ACERCA DE MI

Mi Historia
Mis inicios
Todo empezó cuando yo era un chico de tan solo 7 años y estaba cursando el colegio. Para entonces, en los colegios públicos de Venezuela existía el área de formación cultural como parte de la educación integral.
Un día, apareció en la puerta de mi salón un hombre de mediana estatura que se acercó a hablar con la profesora de manera muy amena. Después de su conversación, la profesora nos compartió la información que él le había dado. Se llamaba Jesús, y digo “se llamaba” porque hace muchos años que no sé nada de él debido a los cambios de colegio que mis padres decidieron en aquel entonces. A él le debo todo, porque gracias a su invitación descubrí un mundo maravilloso: el arte.
La profesora preguntó quién quería participar en clases de música (Jesús enseñaba danza folclórica), y sin pensarlo, de manera natural, levanté mi mano y me uní a esa actividad extracurricular.
Descubriendo el teatro
Con el paso de los meses, me volví el alumno consentido del profesor Jesús. Con el tiempo entendí que me había ganado ese puesto, pues desarrollé habilidades en la danza folclórica con mucha soltura y confianza, disfrutándolo enormemente. Eso llevó a que el profesor me llevara a diferentes lugares de la capital para bailar y representar a la institución con un grupo de alumnos.
Con el apoyo del profesor Joel, colega de Jesús, también tomé algunas clases de canto y aprendí a tocar el cuatro, un instrumento folclórico. Desde ahí, nació mi interés por el mundo del arte.
Cuando entré al bachillerato, llegaron profesores cubanos a mi país, y entre ellos encontré clases gratuitas de teatro. Sin dudarlo, me inscribí para explorar otra faceta artística que desconocía. Además, mi padre, gracias a su negocio de verduras y embutidos, hizo amistad con algunos profesores de educación física y cultura cubanos. A través de ellos, conocí a un maestro de teatro que me enseñó durante dos meses y con quien ensayé mi primer monólogo, “Francisca y la muerte”. Aunque nunca se presentó ante un público formal, fue un ejercicio clave en mi formación y mi primer contacto con Stanislavski.
Un día, apareció en la puerta de mi salón un hombre de mediana estatura que se acercó a hablar con la profesora de manera muy amena. Después de su conversación, la profesora nos compartió la información que él le había dado. Se llamaba Jesús, y digo “se llamaba” porque hace muchos años que no sé nada de él debido a los cambios de colegio que mis padres decidieron en aquel entonces. A él le debo todo, porque gracias a su invitación descubrí un mundo maravilloso: el arte.
La profesora preguntó quién quería participar en clases de música (Jesús enseñaba danza folclórica), y sin pensarlo, de manera natural, levanté mi mano y me uní a esa actividad extracurricular.
Mi primera gran oportunidad
Tiempo después, le dije a mi padre que quería hacer teatro y me ayudó a buscar opciones. A través de mi hermano mayor, conocí a José Alfredo Figueroa, un actor profesional que dictaba talleres de teatro. Aunque eran para adultos, hizo una excepción conmigo y me permitió participar.
El universo tenía todo planeado para mí. Todo fluía sin forzarlo, y así fue como logré presentarme en mi primer taller montaje. Pero eso fue solo el comienzo, porque después de esa experiencia, conocí más personas, participé en otros montajes y, finalmente, gané mi primer sueldo como actor.
Ahí también conocí a grandes actores que influyeron en mi formación y comencé a formar parte de compañías teatrales.
Con el apoyo del profesor Joel, colega de Jesús, también tomé algunas clases de canto y aprendí a tocar el cuatro, un instrumento folclórico. Desde ahí, nació mi interés por el mundo del arte.
Cuando entré al bachillerato, llegaron profesores cubanos a mi país, y entre ellos encontré clases gratuitas de teatro. Sin dudarlo, me inscribí para explorar otra faceta artística que desconocía. Además, mi padre, gracias a su negocio de verduras y embutidos, hizo amistad con algunos profesores de educación física y cultura cubanos. A través de ellos, conocí a un maestro de teatro que me enseñó durante dos meses y con quien ensayé mi primer monólogo, “Francisca y la muerte”. Aunque nunca se presentó ante un público formal, fue un ejercicio clave en mi formación y mi primer contacto con Stanislavski.
Un día, apareció en la puerta de mi salón un hombre de mediana estatura que se acercó a hablar con la profesora de manera muy amena. Después de su conversación, la profesora nos compartió la información que él le había dado. Se llamaba Jesús, y digo “se llamaba” porque hace muchos años que no sé nada de él debido a los cambios de colegio que mis padres decidieron en aquel entonces. A él le debo todo, porque gracias a su invitación descubrí un mundo maravilloso: el arte.
La profesora preguntó quién quería participar en clases de música (Jesús enseñaba danza folclórica), y sin pensarlo, de manera natural, levanté mi mano y me uní a esa actividad extracurricular.
Formación y evolución
En este camino, que he disfrutado muchísimo, llegué a mi gran casa de formación: la Escuela Nacional de Artes Escénicas César Rengifo. Considero que esta institución ha sido la base de mi identidad artística, y, además, allí conocí a mi esposa, compañera de vida y madre de mi hijo.
Antes de llegar a esta escuela, ya había realizado múltiples talleres de actuación, producción, dirección teatral, radio y doblaje. De hecho, cuando ingresé, ya tenía seis años de experiencia en el medio artístico.
Algunos de los lugares donde tomé formación, aunque algunos cursos los completé y otros quedaron inconclusos, fueron: Fundarte, TNT del Grupo Rajatabla, Casa del Artista, Trasnocho Cultural y muchos más.
El universo tenía todo planeado para mí. Todo fluía sin forzarlo, y así fue como logré presentarme en mi primer taller montaje. Pero eso fue solo el comienzo, porque después de esa experiencia, conocí más personas, participé en otros montajes y, finalmente, gané mi primer sueldo como actor.
Ahí también conocí a grandes actores que influyeron en mi formación y comencé a formar parte de compañías teatrales.
Con el apoyo del profesor Joel, colega de Jesús, también tomé algunas clases de canto y aprendí a tocar el cuatro, un instrumento folclórico. Desde ahí, nació mi interés por el mundo del arte.
Cuando entré al bachillerato, llegaron profesores cubanos a mi país, y entre ellos encontré clases gratuitas de teatro. Sin dudarlo, me inscribí para explorar otra faceta artística que desconocía. Además, mi padre, gracias a su negocio de verduras y embutidos, hizo amistad con algunos profesores de educación física y cultura cubanos. A través de ellos, conocí a un maestro de teatro que me enseñó durante dos meses y con quien ensayé mi primer monólogo, “Francisca y la muerte”. Aunque nunca se presentó ante un público formal, fue un ejercicio clave en mi formación y mi primer contacto con Stanislavski.
Un día, apareció en la puerta de mi salón un hombre de mediana estatura que se acercó a hablar con la profesora de manera muy amena. Después de su conversación, la profesora nos compartió la información que él le había dado. Se llamaba Jesús, y digo “se llamaba” porque hace muchos años que no sé nada de él debido a los cambios de colegio que mis padres decidieron en aquel entonces. A él le debo todo, porque gracias a su invitación descubrí un mundo maravilloso: el arte.
La profesora preguntó quién quería participar en clases de música (Jesús enseñaba danza folclórica), y sin pensarlo, de manera natural, levanté mi mano y me uní a esa actividad extracurricular.
Un camino fascinante
En resumen, este ha sido mi recorrido en el mundo de las artes. Cada paso, cada maestro y cada oportunidad han construido la persona y el artista que soy hoy. Mi historia aún continúa, y cada nuevo proyecto es una nueva página en este increíble viaje.
Antes de llegar a esta escuela, ya había realizado múltiples talleres de actuación, producción, dirección teatral, radio y doblaje. De hecho, cuando ingresé, ya tenía seis años de experiencia en el medio artístico.
Algunos de los lugares donde tomé formación, aunque algunos cursos los completé y otros quedaron inconclusos, fueron: Fundarte, TNT del Grupo Rajatabla, Casa del Artista, Trasnocho Cultural y muchos más.
El universo tenía todo planeado para mí. Todo fluía sin forzarlo, y así fue como logré presentarme en mi primer taller montaje. Pero eso fue solo el comienzo, porque después de esa experiencia, conocí más personas, participé en otros montajes y, finalmente, gané mi primer sueldo como actor.
Ahí también conocí a grandes actores que influyeron en mi formación y comencé a formar parte de compañías teatrales.
Con el apoyo del profesor Joel, colega de Jesús, también tomé algunas clases de canto y aprendí a tocar el cuatro, un instrumento folclórico. Desde ahí, nació mi interés por el mundo del arte.
Cuando entré al bachillerato, llegaron profesores cubanos a mi país, y entre ellos encontré clases gratuitas de teatro. Sin dudarlo, me inscribí para explorar otra faceta artística que desconocía. Además, mi padre, gracias a su negocio de verduras y embutidos, hizo amistad con algunos profesores de educación física y cultura cubanos. A través de ellos, conocí a un maestro de teatro que me enseñó durante dos meses y con quien ensayé mi primer monólogo, “Francisca y la muerte”. Aunque nunca se presentó ante un público formal, fue un ejercicio clave en mi formación y mi primer contacto con Stanislavski.
Un día, apareció en la puerta de mi salón un hombre de mediana estatura que se acercó a hablar con la profesora de manera muy amena. Después de su conversación, la profesora nos compartió la información que él le había dado. Se llamaba Jesús, y digo “se llamaba” porque hace muchos años que no sé nada de él debido a los cambios de colegio que mis padres decidieron en aquel entonces. A él le debo todo, porque gracias a su invitación descubrí un mundo maravilloso: el arte.
La profesora preguntó quién quería participar en clases de música (Jesús enseñaba danza folclórica), y sin pensarlo, de manera natural, levanté mi mano y me uní a esa actividad extracurricular.
El Teatro: Mi Salvación y Mi Vida
Ya entrando en más calor, puedo decirles que el teatro fue mi salvación, es mi vida. Digo esto porque, si en el mundo se enseñara más teatro en las escuelas y fuera una materia escolar obligatoria, tendríamos mejores personas, más conscientes y sensibles a su entorno. Esta es una herramienta tan poderosa que los estados (me refiero a los gobiernos) le tienen miedo. El teatro no deja pasar nada por alto y lo expone todo al desnudo, tanto a las personas como al mundo entero.
Pienso que el teatro no es solo actuar; hay muchos oficios dentro de él, pero en este caso haré énfasis en la actuación como herramienta transformadora en el desarrollo y crecimiento humano.
Para mí, ser actor es prestar tu cuerpo y tus emociones en función de un personaje (una opinión genérica, pero que desde lo profundo tiene un significado aún más importante para mí). Sin embargo, más allá de esto, también es compartir una visión, un mensaje que puede cambiar la forma de pensar y ver la vida, tanto del público como del propio actor. Honestamente, creo que gracias al teatro y a este autodescubrimiento, soy quien soy hoy. Me enseñó a no tener miedo a conocerme, a desnudarme conmigo mismo y con quienes me rodean.
Cuando muera y vuelva al mundo, me gustaría volver a ser parte del teatro. No lo cambiaría por nada.
Dejando a un lado la actuación como base fundamental, también logré ver la vida desde otro ángulo cuando aprendí a dirigir, escribir y producir teatro. La verdad es que es un mundo muy diferente, donde el actor muchas veces no tiene conocimiento del gran esfuerzo que implica crear y llevar a cabo una producción teatral. Este proceso te permite entender que el mundo funciona de manera distinta y que requiere habilidades que, si no las tienes, debes desarrollarlas.
En palabras concisas, el teatro —la actuación, la dirección y la producción— son bases fundamentales para ser parte de un gremio al que no todos pueden pertenecer, pero del que, de alguna manera, todos en la vida formamos parte. Aunque parezca ambiguo, es la realidad, porque:
“El mundo es un teatro, la vida una obra y las experiencias un drama.”
—Armando Ariza—
EXPERIENCIA PROFESIONAL
En Teatro
Como Actor:
- Blanca Nieves y los Siete Enanos (2010) – Teatro Infantil, Caracas, Venezuela
- Mi Mujer es el Plomero (2010) – Teatro Adulto, Caracas, Venezuela
- Las Aventuras del Oso Winnie (2010) – Teatro Infantil, Caracas, Venezuela
- Las Aventuras de Aladino (2011) – Teatro Infantil, Caracas, Venezuela
- El Cumpleaños del Chavo (2012) – Teatro Infantil, Caracas, Venezuela
- El Sastrecillo Valiente (2012) – Teatro Infantil, Caracas, Venezuela
- El Maravilloso Mundo de Oz (2013) – Teatro Infantil, Caracas, Venezuela
- El Oso de Antón Chéjov (2014) – Teatro Adulto, Caracas, Venezuela
- María Rosario Nava (2014) – Teatro Adulto, Caracas, Venezuela
- El Homenaje a Chespirito (2015) – Teatro Infantil, Caracas, Venezuela
- Chespiralegría (2015) – Microteatro Infantil, Caracas, Venezuela
- Sucre, el Último Amado (2016) – Teatro Adulto, Caracas, Venezuela
- Cachorros (2016) – Teatro Infantil, Caracas, Venezuela
Como Director:
- Corazón Solitario (2016) – Teatro Adulto, Caracas, Venezuela
Autor: Heiner Müller - La Soberbia Milagrosa del General Pío Fernández (2016) – Teatro Adulto, Caracas, Venezuela
Autor: José Ignacio Cabrujas - Terapia (2016) – Teatro Adulto, Caracas, Venezuela
Autor: Martín Giner
Como Asistente de Dirección y Producción:
- El Chavo en Vacaciones (2012) – Teatro Adulto, Caracas, Venezuela
- La Sonata del Alba (2014) – Teatro Adulto, Caracas, Venezuela
- Testosterona (2015) – Teatro Adulto, Caracas, Venezuela
En Televisión
Como Actor (Figurante):
- La Nieta Elegida – Figurante (Auxiliar del Médico)
- Pálpito 2 – Figurante (Cliente de Bar)
- Ana de Nadie – Figurante (Servicio de Limpieza)
Mi experiencia
Cada obra en la que he participado ha dejado una huella en mi trayectoria, permitiéndome crecer como actor, director y creador. La magia del teatro es su capacidad de transformar tanto al público como a quienes formamos parte de él. Mi pasión sigue intacta y mi compromiso con el arte escénico es absoluto.
Mis proyecciones
Mi camino artístico está en constante evolución, explorando nuevas disciplinas y perfeccionando mis habilidades para ofrecer interpretaciones más completas y versátiles. Estas son algunas de mis metas y proyectos en desarrollo:
Formación en Cine, Actuación, Dirección y Producción
Seguir ampliando mis conocimientos en actuación para cine y televisión, explorando técnicas interpretativas que me permitan desarrollar personajes con mayor profundidad y autenticidad. Además, adentrarme en la dirección y producción cinematográfica, aprendiendo a contar historias desde detrás de la cámara y a gestionar proyectos audiovisuales de manera integral.
Canto y Expresión Vocal
Perfeccionar mi técnica vocal y exploración de distintos géneros musicales para complementar mis habilidades escénicas y ampliar mis oportunidades en el mundo del entretenimiento.
Baile y Expresión Corporal
Incorporar diversas técnicas de danza y expresión corporal para enriquecer mi desempeño en el escenario y frente a la cámara, logrando mayor conexión con el público a través del movimiento.
Modelaje y Fotografía Artística
Explorar el mundo del modelaje como una forma de expresión y presencia escénica. Además, profundizar en la fotografía artística no solo como un medio visual, sino como una manera de percibir el mundo de una forma única y personal. Quiero captar los mejores momentos de la vida y representarlos a través de imágenes que cuenten historias y dejen huella en el presente, el futuro y el pasado.
Música: Piano y Guitarra
Adentrarme en la composición y el acompañamiento musical con instrumentos como el piano y la guitarra, fortaleciendo mi creatividad y capacidad de interpretación en distintos formatos escénicos.
Cada una de estas áreas representa una oportunidad para crecer y ofrecer un trabajo más completo y auténtico. Te invito a seguirme en este camino y ser parte de mi evolución artística.
¡Lo mejor está por venir!